No sabía bien como enfocar este artículo para que a las dos líneas no me estén poniendo de canelo para arriba, pero como me la pela tres quintales voy a tirar por la calle del medio.
No estoy aquí para cuestionar a Messi sino para poner un pequeño corte de meada y perspectiva en la espiral fulgurante que lleva este jugador excepcional.
Es lógico que a los futbolistas que están en el estrato de ganar Balones de Oro, Botas de Oros, Pichichis, etc, se le exijan una serie de cosas adicionales a las que se le exigen a jugadores que no pasan de ser buenos e, incluso, muy buenos. Sobran ejemplos, ¿verdad? Creo que hasta aquí estamos de acuerdo.
Bien, Leo tiene sólo 24 años, y es cierto que su carrera profesional está aproximadamente en el ecuador de su vida, pero frente a los que dicen que ya lo ha conseguido todo, creo sinceramente que aún le queda por demostrar que puede ser el mismo sin Pep Guardiola en el banquillo. En cierto modo, es un debate que ya está en la calle, fundamentalmente en Argentina donde el triple ganador del Balón de Oro baja espectacularmente su rendimiento (sin ir más lejos, en el último Mundial no metió ni un sólo gol y él y su tropa fueron avasallados por Alemania en cuartos de final, por no hablar del fracaso en la Copa América a pesar de tener un equipo como pocos en la historia de la albiceleste), se manifiesta anímicamente apagado, pierde eficacia y precisión, y sobre todo, encuentra dificultades para asociarse con muchos de sus compañeros. Porque precisamente esa gran virtud de asociarse con los demás, que ha adquirido en Barcelona, le ha dado un valor añadido a su ya innata calidad, y cabe preguntarse si con una conjunción distinta a su alrededor, y sin un trato preferencial y casi mimoso desde el banquillo, sería capaz de mantener el escandaloso rendimiento al que ha acostumbrado a los culés. Antes de llegar Pep al banquillo, Messi era un gran jugador, eléctrico y desequilibrante en la banda derecha que había emulado a Maradona en un golazo ante el Getafe y otro con la mano ante el Espanyol, y que había evitado una derrota en el Camp Nou contra el Madrid de Capello con un hat-trick. A sus 20 años, era uno de los jugadores referencia en Barcelona y de los pocos que mantenían la cabeza con cierta dignidad en un Barcelona que le hacía el pasillo en el Bernabeu al Real Madrid.
Sin embargo, el desembarco de Guardiola en el banquillo blaugrana lo cambió todo. Su producción de goles se duplicó o incluso triplicó. Pasó de ser un extremo que metía entre 10-15 goles por temporada, a ser reubicado en el campo convirtiéndose en una bestia parda que no bajaba de los 30-40, que resolvía partidos en solitario, capaz de encajar su movilidad por el terreno de juego con un equipo que se especializó en la circulación de balón y que acumulaba reconocimientos individuales y colectivos. Todo esto en su club, claro. Como dije antes, su selección aún no ha sido capaz de dar el salto de calidad que un jugador de su nivel debe provocar y que el propio Maradona, con el que tanto se le equipara, ya desencadenó en una selección mediocre (como la del 86) a la que hizo literalmente campeona del Mundo. ¿Por qué? Mi opinión es que Leo, a pesar de ser un jugador temible en lo individual y resolutivo en el área, destaca a día de hoy por su capacidad de asociación en todas las partes del campo. De hecho, es la virtud que se le ensalza por encima de Cristiano Ronaldo, su principal competidor a nivel individual en estos tiempos. Sin un equipo a su alrededor, que se arme acorde a sus características, Leo parece desvanecerse. Pep lo sabe y ha apostado por construir su Barcelona alrededor del argentino. De hecho, jugadores que ocupaban su parcela de juego han sido desplazados en el campo o sacados fuera del club (Ronaldinho, Ibrahimovic, Villa, Eto´o...), algunos con más o menos ruido, otros con relativa resignación. Guardiola sabe que es así y para ello le ha mimado anímicamente, dándole privilegios por encima de sus compañeros, que al calor de las victorias y el éxito que hasta ahora han tenido, no han hecho demasiada leña y se han sumado a esa protección por el argentino, de tal modo que, en este país, cuestionar o criticar cualquiera de sus muchas actitudes infantiles, despectivas o irrespetuosas, se convierte en un delito capital.
¿A donde quiero llegar? El talento de Leo Messi es incuestionable, pero para ubicarle en la historia, aún tiene muchas cosas pendientes. A un jugador, creo que hay que valorarle su capacidad para adaptarse a distintas formas de afrontar el fútbol, porque si bien hablamos de un deporte colectivo, el talento individual se hace más palpable, claro y latente cuando es una constante que se mantiene a pesar de los cambios en el grupo. Porque aunque Xavi se empeñe en lo contrario, hay distintas formas de jugar a este centenario deporte; todas legítimas, todas como distintos colores del mismo espectáculo. Maradona fue el mismo con su selección, con el Barcelona, con el Nápoles, con Boca Juniors; Cruyff forjó su leyenda en el Ajax, Barcelona y en la Naranja Mecánica; Pelé firmó sus 1200 goles con el Santos y selección de Brasil en un tiempo donde el futbol sudamericano y el europeo no diferían tanto, Zinedine Zidane hizo las delicias en la Juventus, abanderó una selección francesa irrepetible y puso al Real Madrid la 9ª Copa de Europa en sus manos; el propio Raúl mantuvo una alta regularidad durante 15 años reinventándose como futbolista mientras le cambiaban continuamente su ubicación en el campo, mientras veía pasar compañeros de delantera, entrenadores, presidentes... Podríamos encontrar decenas de ejemplos. Esa es la deuda que aún Messi, a sus 24 años, todavía tiene pendiente, que no sabemos si cumplirá y que hoy quería recordar y reivindicar.
Así que Leo, a la vez que escuchas merecidos elogios por los cuatro costados, da un poco de perspectiva a tu carrera y recuerda que los libros de historia de este deporte tienen muchas páginas, casi todas escritas cuando tú aún no eras ni un proyecto de futbolista, y ten en cuenta y conoce con quién te comparan. No me vengas con que tu familia era humilde, que les echabas mucho de menos cuando te viniste a hacer las pruebas en la Masía y que te tenías que hormonar de pequeño, y conoce las verdaderas adversidades que, al contrario que tú, ellos han tenido. Y al final de la carrera que aún estás escribiendo, podremos situarte donde merezcas.