"Al pensamiento único le sale siempre una resistencia cuyos miembros se reconocen entre ellos por un sexto sentido, como decía Monterroso de los enanos. Estamos solos y por tanto nos unimos por una mera cuestión de supervivencia. Mourinho le ha devuelto a los aficionados de una forma dramática el orgullo de ser madridistas. Es una especie de belle epoque del madridismo, como aquella de Alberti en plena guerra civil. Hemos interiorizado que el Madrid cuando pierde da la mano, pero dependiendo de cómo pierda. Cuando el equipo tira la liga en casa contra el Sporting de Gijón Mourinho entra en el vestuario visitante y felicita a los jugadores y al entrenador. Cuando el Barcelona le mete cinco al Madrid Mourinho dice en rueda de prensa que el Barcelona fue mejor y ganó justamente. Lo que no se le puede pedir a Mourinho es que haga lo mismo cuando pierde la Champions con un jugador rival fingiendo una entrada que deja al equipo con diez. A un entrenador del Madrid se le perdonan muchas cosas, pero no que sea un gilipollas. Mourinho se marchará, como se marcharon todos, pero el Madrid seguirá, porque lleva existiendo más de un siglo. Y el antimadridismo permanecerá en los mismos niveles de exaltación porque no lo trajo Mourinho. La botella que le reventaron en la cabeza a Hugo Sánchez no la tiró uno que odiaba a Mourinho. Las piedras que se le han lanzado a los autobuses del Real Madrid a lo largo de la historia; los huevos contra las lunas; los bocinazos frente al hotel en la noche anterior al partido; los escupitajos y los insultos que se han lanzado contra los jugadores del Madrid en los últimos treinta años no los inventó Mourinho. El antimadridismo no lo trajo Mourinho ni lo hizo crecer Mourinho, porque al Madrid se la ha odiado exactamente igual desde que es el Madrid. Es el precio que hay que pagar por tener más ligas que nadie en España y más Champions que nadie en Europa. Si hemos perdido la batalla de la imagen y de ese concepto tan turbio de la opinión pública a mí, a estas alturas, me importa un carajo. El Madrid fue el equipo opositor al de los pilotos de Franco, pero somos franquistas. Franco recalificó tres veces Les Corts para salvar al Barça, pero somos franquistas. La primera medalla de oro del Barcelona fue para Franco por financiar a fondo perdido el Palau, pero somos franquistas. Y mientras el Barça gana nueve copas del Generalísimo por seis del Madrid, fuera de España el Madrid gana seis copas de Europa por ninguna del Barça. Levantamos, los franquistas, la primera liga 17 años después del fin de la guerra, cuando el Barça ya había levantado cinco. Pero el Barcelona es el equipo de la resistencia republicana y el Madrid de la dictadura franquista: una ciudad que recibió a Franco con pétalos y otra a la que masacró viva porque lo recibieron a cañonazos. Este ejemplo que te pongo con Franco, porque es el que tenía más a mano, trasládalo a cualquier ámbito y te encontrarás un mito deslumbrante según el cual el Madrid es el mal supremo y el Barcelona un encuentro papal de la juventud. Y si alguna grandeza tiene el Real Madrid es que nos da sinceramente igual."
Manuel Jabois
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