Que sí, que si no existiera habría que inventarlo. Su presencia, o mejor dicho, sus ausencias, lo convierten en el merecido cabeza de turco de la deblace del fantástico Barça...
Y es que mientras se habla de las juergas del amigo Ronie, de lo perjudicado que llega a los entrenamientos, de su escasa afición por el trabajo y de su vergonzosa falta de compromiso, se obvian otros problemas que también han llevado al fantástico Barça a esta situación.
Y no nos referimos a cuestiones extra-deportivas, como el afán de Laporta de mostrar su patriotero encefalograma plano cada vez que le ponen un micrófono delante. No, más bien hablamos de miserias deportivas: una defensa que da pena, tanto individual como colectivamente; el famoso "centro del campo de los jugones", confirmado como una de las mayores patrañas futbolísticas del último lustro; un entrenador-psicólogo que no acierta casi nunca, ni en los planteamientos de los partidos ni en los cambios...
Pero, afortunadamente, existe Ronaldinho. Y sobre él se han cargado todas las culpas de la vertiginosa caída blaugrana, tanto las que le correspondían, como las que no. Así, cuando acabe la Liga, los mandatarios culés entregarán la cabeza del brasileño a sus enfervorizados aficionados. Y estos lo verán como una catársis. Pero será una falsa alarma.
Y es que mientras se habla de las juergas del amigo Ronie, de lo perjudicado que llega a los entrenamientos, de su escasa afición por el trabajo y de su vergonzosa falta de compromiso, se obvian otros problemas que también han llevado al fantástico Barça a esta situación.
Y no nos referimos a cuestiones extra-deportivas, como el afán de Laporta de mostrar su patriotero encefalograma plano cada vez que le ponen un micrófono delante. No, más bien hablamos de miserias deportivas: una defensa que da pena, tanto individual como colectivamente; el famoso "centro del campo de los jugones", confirmado como una de las mayores patrañas futbolísticas del último lustro; un entrenador-psicólogo que no acierta casi nunca, ni en los planteamientos de los partidos ni en los cambios...
Pero, afortunadamente, existe Ronaldinho. Y sobre él se han cargado todas las culpas de la vertiginosa caída blaugrana, tanto las que le correspondían, como las que no. Así, cuando acabe la Liga, los mandatarios culés entregarán la cabeza del brasileño a sus enfervorizados aficionados. Y estos lo verán como una catársis. Pero será una falsa alarma.
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